Recuerdas la primera vez
que te dijeron que hablabas
demasiado y que eras molesto?

Cómo se te cortó la respiración en el pecho, cómo la luz se apagó en tus ojos, tus mejillas ardieron y un nudo se formó en tu garganta mientras luchabas por encontrar palabras que no tenías. Ese día no levantaste la mirada del suelo.
Tenías solo trece años.
Ahora tienes veintiocho, y todavía noto cómo la luz en tus ojos se apaga cuando empiezas a hablar “demasiado” de tus cosas. Disculpas en cada frase, palabras amontonándose en el escalón que no has cruzado en dieciséis largos años.
Yo podría escucharte para siempre,
aunque sé que entras en pánico si hablas
más de tres minutos seguidos.
Todo lo que quiero que sepas es
que mereces ser escuchado.
por esos tres minutos.
por diez minutos.
por dos horas.
por siempre.
Siempre habrá personas que no puedan
con tu gracia, tu belleza, tu sabiduríay tu corazón.
En su mayoría porque no pueden con los suyos propios.
Pero tú nunca serás,
y nunca has sido,
“demasiado”.

Nunca lo olvides. 💙
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