Uno de los periodos mentales más difíciles en mi vida. Por más que intentara pintar con colores, la mente me devolvía una y otra vez al reino oscuro. Un millón de puertas sin salida. La grisura en todas partes, ojos en la niebla que atraviesan cada parte del ser. Un espacio sin vida, pero que respira. 
Y asfixia. 
poco a poco...
Pero esa pequeña chispa a mi lado era lo único a lo que podía aferrarme. 
Porque cuando la oscuridad te engulle, ni un rayo de luz es poca cosa.

Y esa chispa me tiraba de mí.
Y yo la seguía.
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